Leer en el parqueadero del San Andresito

Quería escribir sobre literatura y el Pasaje de Vargas en Tunja. Pero, en mi irresponsabilidad con ofrecer la verdad al lector (si la mereciera), debo decir que ya no leo ni escribo en ese sitio. Los últimos años frecuento el parqueadero del San Andresito. Digo esto con el miedo de caer en el cliché de café, cigarrillo y libro . A dos cuadras de la Plaza de Bolívar, hay un centro comercial llamado San Andresito, con un amplio parqueadero donde hay un café de sillas de durísimo plástico, tambaleantes mesas metálicas, y donde por mil pesos te venden un tinto oscuro , de greca, como antaño, tinto que al primer sorbo sientes que te perfora el esófago . Y se puede fumar. Allí las tenderas aguantan mi silenciosa presencia durante dos o tres horas, con tres tintos y seis cigarrillos, según me atrape el libro que lleve. Entre algunas de mis recientes lecturas están El libro del desasosiego de Pessoa, Estrella Distante de Bolaño, La muerte feliz de Albert Camus, y novelas de autores boyace

Musa


Imagen de Misery, 1990

»Esteban apaga el televisor. Las noticias horrorizan. Va a la cocina y llama a Kono para comer. Sirve atún en el platillo que tiene forma de la cara de Félix el gato, el único gato, te hará reír. Te hará gozar. Nuestro escritor se asoma al alféizar de la ventana de la cocina para ver cómo la niebla se disipa con parsimonia. ¿Parsimonia? No sé, esa palabra suena horrible. ¿Nuestro? ¿De quién más soy? ¿A quién debo agradar? Me gusta narrarme en tercera persona cuando paseo desnudo dispuesto al amor o a la escritura, o ambas como una verdad conjunta. Le hablo a Kono. Hola Kono, debes tener hambre. La niña se llama Clara. Clara Estupiñán debería estar en mi sala y limpiar la biblioteca. ¿Y el niño? Se llama Luis, no se olvide señor Sánchez. Félix el gato / el único, único gato / te hará reír / te hará sentir / que a su casa debieras venir. Kono ronronea, le gusta que le cante, me gusta que se frote en mi pie: el gato se frota en el tobillo de nuestro escritor mientras él le canta la única canción de mininos que sabe. Viendo a Félix, el único gato.

***

Este es un fragmento de Musa, 
cuento que hace parte del libro Arena caliente,
 ganador del Premio CEAB cuentos, 2019.

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