El escritor boyacense, Julio Medrano, ganador de la más reciente versión del concurso departamental CEAB, presentó el pasado sábado su segundo libro publicado, EZIS.
Con la acogedora atmósfera del Café Cultural Turmequé, se realizó un conversatorio liderado por el escritor Darío Rodríguez, quien hace parte del libro como prologuista. Acá recalcó la importancia de generar nuevos espacios para la narrativa en la sociedad boyacense y colombiana.
Además se pudo apreciar el acompañamiento musical por parte del músico Jonathan Santiago, quien hace parte de la banda boyacense Globemaster.
La publicación de EZIS estuvo a cargo de Fallidos Editores, editorial independiente con sede en Medellín, que sirve como plataforma para nuevos escritores.
Jonathan Santiago, músico boyacense. Foto | Archivo personal
«Dividido en tres partes, EZIS reúne 14 cuentos breves que conservan unidad en su tono y en su temática. Tunja, ciudad natal del autor, emerge de la niebla y deambula por las páginas del libro impregnando a sus personajes de la fatalidad psicodélica que habita en estas calles»: Carlos Castillo Quintero, escritor colombiano.
En este enlace encontrará dos cuentos que hacen parte de EZIS, publicados por la revista literaria Burdelianas Poetry BP, que integra a escritores, artistas plásticos y visuales, directores de talleres literarios, editores, entre otros.
Julio compartió con EL DIARIO, estas palabras acerca de su más reciente publicación, EZIS.
Palabras para el lanzamiento de EZIS
Foto | Café Turmequé
En Tunja ya tenemos equipo profesional de fútbol, un cagadero en la Plaza de Bolívar y pronto nos invadirá el estrato seis, ¿qué más podemos ambicionar como ciudadanos? ¿Qué nos queda por hacer? Agarrar el bolígrafo, o el portátil, o el celular, y narrar.
No quiero venir con máscaras a presentar este libro de cuentos que por fin me ha dejado en paz, quiero ante todo y ante la nada, ser sincero con ustedes. No he venido disfrazado de escritor, de hecho, evito ponerme ese título para no confundir a la gente con lo que tengan en su imaginario de cómo debe ser y qué debe decir un escritor. Yo no vivo de esto, yo vivo porque aún me funcionan los pulmones y el hígado para seguir bebiendo aguardiente, porque el calor de mi hija hace bombear este pedazo de carne que tengo metido en el pecho. Escribo porque no tengo buena memoria, ella es selectiva y me muestra lo que se le antoja, por eso la lleno de humo de cigarrillo, para que aprenda, porque soy vengativo, y además iracundo. Qué apretado me queda el título de escritor, pienso que es una camisa muy estrecha, que de repente no me aguanta y se estallan los botones, qué peligroso para el público. ¿Ser escritor? ¿Qué es eso? Quizá si llamamos a Random House nos digan el precio en dólares de cuánto puede costar ese rótulo. Solo sé que quiero expresarme, y a la vez sacarme las moscas de la cabeza. Escribo porque para mí es más fácil hacerme entender desde lo escrito, sucede que cuando hablo lo hago sin conectar las ideas, sin hacer un puente con lo que pienso porque puedo pensar mil cosas a la vez, cosas inútiles en su mayoría, divago en callejones oscuros, ni mi esposa me entiende cuando quiero contarle mi día. Por eso escribo, porque en el oficio de escribir está el desafío de hacerse entender. No sé si lo he logrado hasta ahora.
No sé si ahora la gente lee más o lee menos, no sé las estadísticas de las ventas de libros impresos durante el último año, no sé el número de descargas de libros digitales. No sé. Una vez me enlisté en un grupo de Facebook donde los integrantes hablaban de fútbol, y no es que yo sea un fanático del deporte, pedí solicitud solo por el hecho de que podía descargar gratis libros en PDF, obvio sobre fútbol; no recuerdo haber descargado el primero. Me cansa leer en pantalla. Y aunque me guste leer el libro en físico, los distractores son cada vez más punzantes: las series de moda, las redes sociales, los videos del gomelo ese que se disfraza de gomelo para hablar de los estratos sociales, el show de sábados felices que sigue haciendo a los colombianos más infelices, los memes del presidente, y una interminable lista de obstáculos que no permiten al hombre (y a la mujer también si usted se sintió excluida), leer.
Creo que como primer paso al escribir un relato, lo que trato es buscar qué es lo que quiero contar, e indago en mi pecho, en mis manos, en la calle, en lo que me rodea. Enseguida viene el oficio de leñador que es buscar que el texto tenga cierta atracción, maneje una tensión, una atmósfera que lo complemente, una serie de personajes con ciertas características, y, finalmente ser ebanista para pulir los detalles, eliminar adjetivos sobrantes y toda la verborrea.
Ezis, en la mitología griega, era una divinidad que personificaba la angustia, la miseria y la tristeza.
En estos relatos enfrento a los personajes a la visión que como autor tengo del amor, de la muerte, la memoria, el espíritu, la angustia misma por reconocerse (me) como individuo. Me enfrenté a paisajes autodestructivos y a engaños de posibles conclusiones depresivas.
Este libro lo escribí no sé en cuanto tiempo, cada cuento tiene su época de construcción y su propia era, sus propios miedos y frustraciones. Algunos como Café Sal, Exhibición, o, Despierta, ya habían sido publicados en antologías distintas; Afuera, en el parque, es un cuento que ganó no recuerdo qué premio; está Ezis, que es el texto más reciente y el más extenso, por obvia angustia le da el título al libro; está también incluido A las ratas nos preocupan los cigarrillos, que es el primer cuento que me publicaron, salió en una revista literaria de la UPTC que tengo entendido ya no existe (obviamente el texto para esta publicación está más afilado). Me afana cuando escucho a esos verdaderos escritores decir que tardaron tantos meses en desarrollar sus textos, me hacen dudar de mi oficio, de si me estoy saltando algún proceso, si no he leído algún decálogo de cómo escribir.
En cuanto a la organización, decidí agrupar estos catorce cuentos en tres partes, Historias naturales, El libro de la mosca, y Círculos del Dadá. Pensando en que el lector tuviese la oportunidad de encontrar una pausa. A veces cuando escribo pienso en atrapar, en que no se me vaya el lector que ha invertido cierta cantidad de pesos en comprarme la palabra, no lo quiero defraudar, que al menos se sienta cómodo al leer las primeras quince páginas para que pueda disfrutar el trayecto que le queda. Que se entusiasme, que entienda, que encuentre un hilo conductor, que encuentre páginas en blanco donde pueda dar una pausa, y sobretodo o sobrenada, que acabe con la sensación de que valió la pena el tiempo invertido.
En estos días releía un libro de cuentos de Fontanarrosa, y me dije: ¡Cómo hace esto, cómo logra crearme esta sensación de alegría y de pena, de vacío, todo a la vez! Ahora dudo qué es lo que dejo al mundo, sin quitar el rasero de la naturaleza, del tiempo. ¿Qué queda? Solo podrá responder el lector.
Por Julio Medrano
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Reseña del autor
(Tunja, 1985) Poeta, narrador, artista gráfico, guitarrista en la banda de black metal «IMPALED». Hizo parte del Taller de Creación literaria de la UPTC, y del Taller de Narrativa «R.H. Moreno Durán», RELATA, Boyacá.
Ha publicado los libros de cuento Arena caliente (Premio Libro de Cuentos, CEAB 2019), y Ezis (Fallidos Editores, 2019). Autor de la novela Las buganvillas del cadáver (Premio Alejandría de Novela, 2016). Cuentos suyos fueron incluidos en Árbol del Paraíso – Narradores Colombianos Contemporáneos (Editorial Común Presencia, Bogotá, 2012), en la antología de cuentos Boyacá tierra de escritores, (Editorial Corporación Alejandría, Tunja, 2017), y en la antología I Certamen Mundial Excelencia Literaria III (M.P. Literary Edition, 2015). Poemas suyos han sido incluidos en la antología poética Colección Cosecha Boyacense (Editorial Corporación Alejandría, Tunja, 2017). Obra suya ha sido publicada en la hoja literaria Poesía UPTC, en la revista virtual La tierra baldía, Actualmente escribe una columna de opinión en el periódico «EL DIARIO».
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