Leer en el parqueadero del San Andresito

Quería escribir sobre literatura y el Pasaje de Vargas en Tunja. Pero, en mi irresponsabilidad con ofrecer la verdad al lector (si la mereciera), debo decir que ya no leo ni escribo en ese sitio. Los últimos años frecuento el parqueadero del San Andresito. Digo esto con el miedo de caer en el cliché de café, cigarrillo y libro . A dos cuadras de la Plaza de Bolívar, hay un centro comercial llamado San Andresito, con un amplio parqueadero donde hay un café de sillas de durísimo plástico, tambaleantes mesas metálicas, y donde por mil pesos te venden un tinto oscuro , de greca, como antaño, tinto que al primer sorbo sientes que te perfora el esófago . Y se puede fumar. Allí las tenderas aguantan mi silenciosa presencia durante dos o tres horas, con tres tintos y seis cigarrillos, según me atrape el libro que lleve. Entre algunas de mis recientes lecturas están El libro del desasosiego de Pessoa, Estrella Distante de Bolaño, La muerte feliz de Albert Camus, y novelas de autores boyace

Consejos a un metalero

Foto: Vía latimesblogs.latimes.com

De un tiempo para acá los metaleros han comenzado a deslumbrar en las noticias de Colombia, un país donde la silicona y el peinado de Fanny Lu son el plato fuerte del prime time.
Para este trascendental asunto, primero hay que llamar las cosas por su nombre, no el suyo propiamente, querido lector, si no al de cada cosa.  No diga que es música metálica, haciendo un mínimo esfuerzo para traducir la palabra al español; porque se trata de un nombre propio y eso por regla no se cambia, o eso dice el libro Gordo de Petete, osea el Diccionario; y también porque hay mucho despistado que sigue diciendo que es música metallica. Cosa que se entiende si usted hasta ahora empieza. ¿A qué? No sé, pero ya empezó.
Tome en serio las lecciones de su profesor de inglés. Aprenda que la palabra inglés en español se tilda y que en inglés se escribe English (si quiere use la E así en mayúscula para que adquiera más prestigio). Este idioma es básico si quiere ser un metalero bien formado, los mal formados no sabemos inglés. Si puede pague un tutor, hay unos que se ofrecen en línea, otros que brindan clases particulares on-line.
Lo importante no es escuchar música, es lucir como un verdadero metalero. Sea experto en en agrupaciones europeas y estadounidenses, sobre todo (sobre nada). Antes de internet circulaban magazines (no diga magacín ni revistas porque eso es para gente que no sabe), donde se encontraba selectísima información de bandas internacionales; ahora usted puede actualizarse con portales web como MetalstormMap of metal o, la más buscada por los meta fans Metal Archives. No tenga miedo, ninguna de estas páginas miente porque en todas se puede leer exactamente lo mismo, ingrese y busque la banda o el subgénero del momento para no pasar como ignorante frente a sus amigos metaleros en el bar.
Si usted no es bendecido por la diosa Mnemosíne, tendrá que tomar notas o hacer pantallazos en su celular, para recordar los subgéneros de ese basto mapa del Metal, recuerde: no música metálica. Aprender de cultura nórdica es indispensable, admire a Odín o al menos vea la saga de Asgard de los Caballeros del Zodiaco, para saber algunos nombres y tener referencias objetivas.

Screenshot de Deathgasm

Déjese el pelo largo, lo más que sus papás lo dejen. Frunza el ceño cuando pasee por la calle, incluso cuando se vea obligado por su mamá a ir a hacer las compras en el supermercado. Fume cigarrillo Piel Roja. Use pantalones entubados, por favor omita que los mandó a coser, usted los cosió, como un guerrero metálico que blande la aguja a cambio de espada. Vista de negro, todo, si encuentra en Amazon calzones para metaleros, cómprelos. Para las chicas no puede faltar la camisa leñadora a cuadros rojos y negros, pantalón de cuero bien ceñido, apretado, ajustado, pegado, estrecho. Adquiera taches y arme una correa digna para mostrar en los toques (no se dice ‘conciertos’ y tampoco son los toques de Facebook). No olvide tener en su closet al menos dos camisetas de Motörhead, Bathory o Venom. Repudie lo que no suene a Metal, si le gusta mucho La Lambada, pues o la deja de escuchar, o busca la versión Heavy en YouTube.
Del color de piel y el género sexual, es mejor andar como copos de nieve, y derechitos y chitas. La gloria de pertenecer a este estilo de vida requiere de devoción y disciplina, como si se tratara de una religión del siglo XVI, como el Ku Klux Klan, como el conductor de un programa radial deportivo, como los nazis. Si es homosexual no tiene derecho de escuchar Metal, no podrá pasar de Guns’n’Roses y ya con eso se arriesga a ser merecedor de una paliza; si es lesbiana, mejor busque trabajo como Pole Dancer, lo suyo es la electrónica; si tiene catorce o quince años y ha comenzado a explorar su sexualidad con muchachos y muchachas, mejor elija rápido porque si cumple veinticinco y aún no es metalero, nadie lo tomará en serio, y parecerá un anciano que solo habla de política. Si su tono de piel está algo tostado porque acaba de llegar de viaje de San Andrés, o, porque nació muy pegadito al sol, enciérrese un par de meses en su habitación durante el día, que los rayos UV no le den en la cara, o, si tiene el don del dinero, haga como Michael (pero omita el moonwalk).
Si es mujer, prepárese para que le den la bienvenida a la escena (¿de qué? no, no es película, es que la llaman escena metalera), porque así no haya besado a ningún mechudo o ningún hombre en la vida, entre los varones tatuados con 666 y cuentas con cruces invertidas en el cuello, hablarán de usted, ah sí, y no de cosas como empoderamiento o lucha femenina, sino de cuánto vino hay que embutirle para que las piernas se le pongan bamboleantes. A dos meses, su nombre será bien prostituido, perdón quise escribir reconocido. Si está en el bar, no hable, menos con otras mujeres, o aparente gracia y enseguida dígale que es puta, la más puta de la escena. Trate de estar en todos los grupos de Metal ávidos y habidos por haber en las redes sociales. Invierta toda una tarde para tomarse 200 fotos frunciendo los labios o sacando la lengua y arrugando la frente, escoja una, ojalá donde se le vea el tirante del sostén o las piernas desnudas, cárguela al perfil de Instagram, Facebook, Whatsapp… (todas al mismo tiempo).

Bukowski y Georgia Peckham – Krellner

Así usted no se lo crea, hágale creer a todo el mundo que es un intelectual, que lee mucho, demasiado, es lector de tiempo completo, cuando entra a cagar lee, cuando se masturba lee, cuando su tía se ahoga con una espina usted lee, y por eso merece el respeto de todos. Recuerde esta lista de in-fal-ta-bles que ya leyó: Lorca, Bukowski (no Butoski), PizarniK (pronuncie esa K como si sintiera el dolor de toda esa tristísima poesía, como si le pincharan las huevas con alicates, como si su novio en un placentero connilingus de repente le mordiera el clítoris), Fernando Vallejo, Nietzsche, Héctor Escobar, Marqués de Sade; y confunda a la gente con relatos de Dalí, Bansky, Kahlo, Bach y Paganini (también infaltable), para que vean en usted un Ser multiculturalista que se le facilita saltar por muchas corrientes artísticas. No permita que las dudas lo asalten, llénese de entusiasmo al hablar de todos aquellos importantísimos, así no sepa, porque lo más probable es que ninguno de los que están a su lado sepa. En sus frases puede usar palabras como nihilista y socialista, eso siempre funciona para dejarlos en shock (como ejemplo Einstein era un nihilista de primera, o, ¡Freud!, claro, ese gran socialista).
No pronuncie el nombre de la banda como se lee en español, eso es privilegio de los españoles, (entre paréntesis este ejemplo, Emperor y lo lee empéror a cambio de ˈemp(ə)rər), si por fatalidad lo dice como se lee en Spanish, lo pueden tildar de ‘posser’, es decir como hipócrita. Sí, posser no es de poseído o de poseer, es más de posar para la cámara.
Cuando logre dominar el English y sepa de bandas, ojalá de aquellas que no tienen recursos económicos, ni patrocinios, y se hacen llamar underground (ojo, no diga “underground”, se pronuncia “aundergrandt” con esa T como si dijera “Tengo la Teta en la jeta”, al igual nadie se dará cuenta porque lo más probable es que estén sordos por subirle el volumen a tope a los audífonos). Retomo. Cuando su vocabulario serpentee entre English y Spanish, podrá organizar un concierto, festival o fandango de Metal, y ponerle un nombre al evento en inglés, para que se vea más satánico, más poderoso, eso vende más entradas, y podrá ser reconocido en esos valles de conocimiento aletargado de la logia de metaleros.
Por último para no cansarlo más, amigo lector metalero, usted que ya no cree en las palabras en español, que las aborrece; usted que piensa que debe estar en Noruega en vez de vivir en este violento balneario vallenato, nunca, nunca, y nunca, se diga a sí mismo que es un metalhead, diga que es un metalero. Así, con orgullo criollo.

Publicación original para EL DIARIO

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