Leer en el parqueadero del San Andresito

Quería escribir sobre literatura y el Pasaje de Vargas en Tunja. Pero, en mi irresponsabilidad con ofrecer la verdad al lector (si la mereciera), debo decir que ya no leo ni escribo en ese sitio. Los últimos años frecuento el parqueadero del San Andresito. Digo esto con el miedo de caer en el cliché de café, cigarrillo y libro . A dos cuadras de la Plaza de Bolívar, hay un centro comercial llamado San Andresito, con un amplio parqueadero donde hay un café de sillas de durísimo plástico, tambaleantes mesas metálicas, y donde por mil pesos te venden un tinto oscuro , de greca, como antaño, tinto que al primer sorbo sientes que te perfora el esófago . Y se puede fumar. Allí las tenderas aguantan mi silenciosa presencia durante dos o tres horas, con tres tintos y seis cigarrillos, según me atrape el libro que lleve. Entre algunas de mis recientes lecturas están El libro del desasosiego de Pessoa, Estrella Distante de Bolaño, La muerte feliz de Albert Camus, y novelas de autores boyace

Café del Pasaje, grabé un podcast



Las cargas trágicas se alivianan con un poco de café. Escribí esa línea en una libreta hace un par de semanas, con la inseguridad quisquillosa de tachar o no las palabras alivianan y un poco, pero con la certeza de quererla incluir en un audio. En un rincón de mi casa acomodé el computador, conecté un micrófono de solapa. Fui a la cocina y preparé tinto. Volví a aquel vacío que me reclamaba palabras. Me senté y fijé la mirada en el fondo de pantalla del monitor (Stańczyk en un baile en la corte de la Reina Bona tras la pérdida de Smolensk). Carajo, dije. Fui por otro tinto. Luego de aburrirme con diez o veinte tutoriales en YouTube sobre cómo hacer y para qué son los podcast, horas de oír uno tras otro, de plataforma a otra, abrí por fin el programa Premiere Audition y me dispuse a grabar. Pero, ¿qué le hablaría al micrófono? Decidí escribir un pequeño guion, preparé más café, leí noticias en la red, digité una brevísima columna, mi hija vino en pijama y desanimada me preguntó si le leería esa noche Harry Potter; volví a la silla, vi unos capítulos de Ozark, abrí el Word, y, cuando creí que todo estaría resuelto en un dos por tres, ¡boom! pasó casi una semana para poder decir: grabé un podcast. Dejo el primer capítulo de Café del Pasaje, que incluye una columna para el exgobernador de Boyacá. Por supuesto, los invito a escucharlo, comentarlo, y suscribirse para poder escuchar próximos.


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