De Rusia con amor: Los incendiarios

  Un ruso conquistó el corazón de los tunjanos y, no hay lugar adónde escapar. Su nombre es Mijaíl, pero no Bulgákov, sino uno con apellido más huraño, como de malo de película del Agente 007: Krasnov, Mikhail Krasnov. Trajo banderas nuevas con lemas de siempre: democracia, anticorrupción, transparencia, incluso prometió deshacerse de las políticas tradicionales que tanto daño han hecho a la capital boyacense. Como alcalde, el ruso ha exprimido hasta lo ridículo las redes sociales para tratar de mantener la aceptación de todos los ciudadanos y, sobre todo, ganar la confianza de quienes no votaron por él; y, hay cierta desesperación en ello, pues sabe que es manejado al antojo de un par de incendiarios rojos y algunos exiliados verdes, y sabe, que lo sabemos. Por eso, este capítulo de Café del Pasaje, es un camino bifurcado: ‘De Rusia con amor’, y, ‘Los incendiarios’. Capítulo uno, De Rusia con amor. Durante la última década he querido convencerme de que Tunja ya no es una ancia

Café del Pasaje, grabé un podcast



Las cargas trágicas se alivianan con un poco de café. Escribí esa línea en una libreta hace un par de semanas, con la inseguridad quisquillosa de tachar o no las palabras alivianan y un poco, pero con la certeza de quererla incluir en un audio. En un rincón de mi casa acomodé el computador, conecté un micrófono de solapa. Fui a la cocina y preparé tinto. Volví a aquel vacío que me reclamaba palabras. Me senté y fijé la mirada en el fondo de pantalla del monitor (Stańczyk en un baile en la corte de la Reina Bona tras la pérdida de Smolensk). Carajo, dije. Fui por otro tinto. Luego de aburrirme con diez o veinte tutoriales en YouTube sobre cómo hacer y para qué son los podcast, horas de oír uno tras otro, de plataforma a otra, abrí por fin el programa Premiere Audition y me dispuse a grabar. Pero, ¿qué le hablaría al micrófono? Decidí escribir un pequeño guion, preparé más café, leí noticias en la red, digité una brevísima columna, mi hija vino en pijama y desanimada me preguntó si le leería esa noche Harry Potter; volví a la silla, vi unos capítulos de Ozark, abrí el Word, y, cuando creí que todo estaría resuelto en un dos por tres, ¡boom! pasó casi una semana para poder decir: grabé un podcast. Dejo el primer capítulo de Café del Pasaje, que incluye una columna para el exgobernador de Boyacá. Por supuesto, los invito a escucharlo, comentarlo, y suscribirse para poder escuchar próximos.


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