Leer en el parqueadero del San Andresito

Quería escribir sobre literatura y el Pasaje de Vargas en Tunja. Pero, en mi irresponsabilidad con ofrecer la verdad al lector (si la mereciera), debo decir que ya no leo ni escribo en ese sitio. Los últimos años frecuento el parqueadero del San Andresito. Digo esto con el miedo de caer en el cliché de café, cigarrillo y libro . A dos cuadras de la Plaza de Bolívar, hay un centro comercial llamado San Andresito, con un amplio parqueadero donde hay un café de sillas de durísimo plástico, tambaleantes mesas metálicas, y donde por mil pesos te venden un tinto oscuro , de greca, como antaño, tinto que al primer sorbo sientes que te perfora el esófago . Y se puede fumar. Allí las tenderas aguantan mi silenciosa presencia durante dos o tres horas, con tres tintos y seis cigarrillos, según me atrape el libro que lleve. Entre algunas de mis recientes lecturas están El libro del desasosiego de Pessoa, Estrella Distante de Bolaño, La muerte feliz de Albert Camus, y novelas de autores boyace

Fragmento de las Buganvillas del cadáver


"Llega el nuevo sol sobre la ciudad de Tunja. Sin embargo, llueve. Y la lluvia les recuerda a todos que viven en una ciudad fría, con el helado cielo ajustado a la tierra como dos gigantes que se abrazan en un amor diáfano, como dos titanes que entrelazan sus piernas bajo una sábana de niebla, enfermos del virus del hombre que a todo quiere amar o corromper".


Las buganvillas del cadáver.


Foto | Gabriela Camargo Beltrán 




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